LOS RIFLES DE PALO

Ayer retoñó mi rifle de madera con el que jugaba de niño a dispararle a los fantasmas y los demonios. Sus ramas son como de laurel, aunque es un tronquillo de ramón, y ya lo veo frondoso en su primavera florecida. 

Tal vez no me toque verlo, pues, pero lo imagino: mi rifle de madera se está volviendo árbol, como pasa con los niños, termina uno por crecer, hasta que ya no cabes en tu cuerpo, te queda grande y es incómodo ir por la vida con un traje al que le pisas el dobladillo.

Mi rifle nunca pudo disparar nada, aunque hay otros que avientan verdades, echan ráfagas de críticas y matan el silencio, hieren las buenas conciencias y a veces atraviesan una que otra mentalidad cerrada, le dejan la esquirla en el corazón.

Lo que es yo, estoy contento porque mi rifle está retoñando, es una buena señal, lo más seguro es que si no se cumplen las profesías de los que robaron el oráculo, algún nieto, o los hijos de un amigo, lo disfrutará meciéndose en su columpio.