EUTIMIO COMO PERSONAJE LITERARIO

Eutimio Sosa trabaja como instructor y terapeuta. Su actividad como escritor le llevó durante muchos años a buscar en los libros mayas una certeza cultural que por algún tiempo se convirtió también en una verdad ideológica. Todo comenzó cuando quiso vulgarizar el texto de Creación del Popol Vuh para hacer una adaptación teatral, lo que bastó para que su amigo y maestro en los temas de la toltequidad y los mayas, Alfredo Blanco Pérez, lo empujara en las profundidades de xibalbá.
De la mano de su amigo y maestro, Eutimio vagó entre códices, intentos por entender el calendario y los números mayas; haciendo rituales, buscando la conexión con los antiguos dioses, hasta que entendió que no entendía nada porque no hay nada que entender si lo que se busca no está en el camino personal pues como escritor no tenía que entender los calendarios como lo entendía su maestro sino el sentido de las escrituras, tenía que buscar en las palabras, aun traducidas al español, las resonancias con el espíritu que alimentó la grandeza de los maestros toltecas que trajeron la civilización a estas tierras americanas. En este camino personal y solitario, lleno de frustraciones profesionales porque la versión oficial está llena de incongruencias y estupideces que repiten generaciones tras generaciones los estudiantes de unos mayas antropológicos que en mucho son invenciones de la arqueología oficial mexicana y de alguno que otro investigador extranjero, conoció a sus otros maestros y guías, como con don Bernardino, quien le enseñó que el popol vuh es un libro que no fue escrito para los hombres de esta creación a la que nosotros pertenecemos y que es un libro que puede llevar a la muerte si se deja que el relato hablé a través de nuestro entendimiento.
Don Bernardino le dio las primeras claves para entender la relación que existe entre el judaísmo cristiano, el cristianismo romano y los antiguos "dioses" toltecas y lo sacó de la oscuridad mediante un prodigio realizado entre la niebla, durante la noche y fue así como se convirtió en su Formador, y le fue transmitida la semilla del árbol del conocimiento, en diciembre de 1997. Don Bernardino le dijo que volviera a la ciudad de México y hablara de lo que había recibido en ese viaje a la raíz. La misma raíz de la que Miguel Angel Quemain, amigo, guía y hermano del camino, le había hablado ya algunos años antes, cuando le advirtió que siempre sería un extranjero en su tierra y le dio también un camino a seguir entre los libros, y fue colocando frente a sus ojos, como un espejo y un silencioso interlocutor, la literatura que se estaba publicando en Europa por escritores que relatan desde la marginalidad y desde una universalidad proveniente de las raíces mestizas.
Desde entonces, 1998, con la ayuda de sus amigos, Celso Santajuliana, Miguel Morales y sobre todo del escritor Ricardo Bernal, quien prácticamente se convirtió en su promotor y protector literario, Eutimio se dedicó a dar un taller de lectura guiada por el Popol Vuh en la Casa Jaime Sabines de la ciudad de México, así como conferencias y clases de literatura y mitología maya, en la Universidad del Claustro de sor Juana, desde un punto de vista colateral pues utilizando el Popol Vuh como instrumento de visión realiza, hasta la fecha, viajes a través del arte y la iconografía mesoamericana para explicar literariamente los símbolos y las conexiones culturales que lo han llevado a afirmar que los mayas son en realidad un invento de occidente que es aprovechado para sostener y justificar una gran industria turística transnacional que utiliza a los pueblos y las naciones mexicanas como servidores de intereses ajenos a la verdadera mexicanidad.
En 2005 conoció al doctor Mariano Rivera, quien ha sido también un importante maestro del que recibió las bases del trabajo con la energía personal, así como un entrenamiento fundamental para el trabajo como terapeuta, cuando el maestro Mariano compartió su experiencia de muchos años como naturópata.
El trabajo formativo con Mariano Rivera fue también importante porque al estudiar los principios del Qigong desde el punto de vista del maestro, le dio bases teóricas e históricas para darle forma a un trabajo de investigación acerca de la energía y el movimiento en Mesoamérica, que ya había comenzado desde los tiempos en los que Alfredo Blanco compartió con él sus teorías e hipótesis acerca de la imagen y la perspectiva en el dibujo como lo realizaban los mayas. A partir de esas hipótesis, en las que Alfredo Blanco aseguraba que los vasos mayas contenían movimiento si se les rotaba [él imprimía fotos de vasos y los montaba en cilindros de cartón para confirmar su teoría, la que siempre funcionó] Eutimio comenzó a explorar en las imágenes de vasos y platos mayas buscando los principios del "yoga y artes marciales mayas", lo que derivó en el ensayo "Baxal Kinan'lil, prácticas energéticas en Mesoamérica", en el que, de nueva cuenta, la supremacía de los mayas como los grandes creadores se vino abajo al quedar demostrado que desde mucho antes que los mayas existieran "históricamente" ya existían dichas prácticas en Mesoamérica. La formación terapéutica que Eutimio recibió del doctor Mariano, de quien se puede decir fue discípulo, la completó con el doctor Tomás Alcocer González en su instituto de acupuntura y donde el escritor pudo embonar las bases de la medicina tradicional china con las de la medicina tradicional maya de tal manera que ambas prácticas han perdido para él sus fronteras pues son sistemas similares en su base teórica y en los fundamentos de su diagnóstico.
En este camino también conoció a Mauricio López, quien ha sido reconocido por los curanderos del Tajin como el único mestizo que es curandero Totonaco. El lo alineó con la tradición de los sanadores tradicionales y lo entregó personalmente en la ciudad de Tajín para que reciba otra parte de los símbolos y de la protección para realizar su trabajo interno. Durante el tiempo que estuvo bajo su padrinazgo y enseñanza, recibió de Mao la maestría reiki y lo conectó con la esencia de la sanación indígena, hasta que todo lo que Eutimio había escrito, meditado y practicado sin mucho rigor se tornó en una práctica en la que comenzaron a hablar las imágenes, las piedras, el viento y otros elementos que antes susurraban sin ser correctamente interpretados (y todavía quién sabe). Con Mauricio trabajó en un importante proyecto en el que ambos fusionaron sus experiencias y sus investigaciones, alianza que fructificó en la coautoría del curso y libro "Masaje maya real" en el que se hace una propuesta moderna para el uso del masaje tradicional.
Durante este tiempo, Mauricio lo invitó a participar en el primer proceso de certificación para médicos y sanadores tradicionales que se realizó en el estado de Veracruz, en el parque temático Tajín producto de una iniciativa suya pues Mao fue uno de los impulsores de la normatividad en competencias laborales del masaje en México. Realizando entrevistas con los medicos tradicionales totonacos Eutimio conoció también a Guadalupe Lobato y a Inés Valencia, a quienes considera sus madrinas pues de ellas recibió también otras señales y otras indicaciones para no perder el camino, luego de haber encontrado su sastun (piedra) en un lugar del Tajín. Ahí también recibió la protección para poder trabajar como canal de sanación, escuchando sus propias voces y ahí también fue donde dudó y no quiso recibir la ceremonia del lavado de manos para consagrarse como curandero en la tradición.
En este largo y sinuoso camino, Eutimio Sosa fue descubriendo su raíz maya en la abuela Flora Herrera Chí, quien es la madre de su abuelo materno y la conexión con un linaje de Dzibalché, en el estado de campeche, y aunque no tiene el contacto con esa familia, ha bastado saber que está la conexión para ir asumiendo que la sangre habla incluso a aquellos que desconocen su origen. En ese sentido las escrituras mayas le enseñaron que el camino iniciático incluye caer en la oscuridad, estar perdido, usar el poder que se le ha dado a alguien como si fuera un juguete, hasta que se toma consciencia y se usa como debe ser y tomar finalmente conciencia de que hay cosas que son reales en el cielo y el espíritu porque lo que se ata aquí en la tierra se ata también ahí en el cielo. Por otra parte, gracias a eso pudo establecer su conexión con el otro lado del mundo y entender porqué a pesar de los sacramentos católicos algo en la esencia del judaísmo también le traía ecos lejanos que al buscar en la raíz materna encontró: de nuevo el abuelo materno fue la conexión de dos mundos: su padre Manuel Espina Otero, con su apellido Espina que lo acercaba a los judíos sefaradies que habitaban la región de galitzia, en Pontevedra, España, de donde, curiosamente, era originario el abuelo Manuel. Así que las dos sangres, la de europa y la de américa, se unían en su abuelo materno para finalmente llegar a él a través suyo, ayudándole a crear una fantasiosa historia de familia.
Todas estas referencias, más literarias que otra cosa porque en realidad no hay la certeza de que el abuelo Manuel haya sido en realidad un judío errante o que la abuela Flora fuese maya, más el hecho de que el padre de su abuela materna era capataz de hacienda y un sabio herbolario que salvó del cólera malayo a varios de sus hijos durante funestos tiempos en el pasado de su ciudad natal, campeche, le dieron el abono para construir una historia que aunque, hemos dicho, literaria, como lo es toda la historia de los mayas desde el punto de vista de occidente, está llena de certezas culturales que bien pueden convertirse en verdades en un hombre de fe.
Así que de escritor con una cabeza muy hinchada de información y de interpretaciones occidentales, la más de las veces soberbias, prejuiciosas e inútiles, Eutimio sosa ha ido transitando hacia el reconocimiento de la tradición como la esencia de la memoria y del arraigo cósmico a la tierra que se pisa y convirtiéndose en un comunicador más de la tradición que ha elegido abrazar entendiendo la importancia del mestizaje, la aceptación del linaje y la voluntad de abrazar la tradición, una que resume la experiencia de varias culturas que parecen convergir en un mismo origen, tal como lo decían los antiguos mexicanos en sus cantos.
Desde que don Bernardino le abrió los ojos y le dijo que ya había llegado a su raíz pero que en su raíz no hay nada, que él árbol es también tronco, ramas, hojas, fruto, sombra y sabia, se ha dedicado a dar talleres de lectura sobre el Popol Vuh, que entre otras cosas nos enseña que lo maya es una invención moderna, que el origen tolteca está en toda la tradición que ahora conocemos como maya y que por encima del mercantilismo de la industria turística transnacional y los apetitos ideológicos del estado mexicano, hay un espíritu inmortal que ni siquiera reconoce fronteras pues lo tolteca, lo maya, lo olmeca, lo inca, lo hoppy, lo lakota y todas las formas en las que el espíritu inmortal tomó figura sobre la tierra antigua, tiene un mismo origen en las estrellas.
El último encuentro importante respecto a los mayas fue con el H'men Hunbatz, quien en un breve encuentro personal le reafirmó que todo lo que viene de la tradición se refleja en los actos y no es un asunto de palabras, que cuando algo está correcto en el corazón hay que seguirlo, aunque por razones de (de)formación cultural y educación se tienda a dudar.
Hoy día, Eutimio Sosa es acupunturista certificado por el Instituto Alcocer y el primer Hospital de la Universidad de Tianjin de medicina tradicional china de la República Popular China, miembro activo de la Unión Nacional de Asociaciones de Médicos y Técnicos Acupunturistas; master reiki por la fundación Hispanoamericana de reiki Mikao Usui, Premio Nacional de Literatura Andrés Henestrosa 2001 por el libro "La sangre y el jaguar"  y tiene tres libros publicados, su última novela por el Instituto Politécnico Nacional. Es también terapeuta certificado en competencias laborales en "Acondicionamiento físico con técnicas de masaje tradicional" y masaje chino Tui-Na, por la Secretaría del Trabajo y la Secretaría de Educación Pública. Desde 1998 se dedica a la divulgación del libro Quiché Popol Vuh y ha dado clases y conferencias en la Universidad del Claustro de Sor Juana, la UNAM, Universidad de la Comunicación; Universidad autónoma de Campeche; Casa Jaime Sabines de la cd de México. Como instructor de masaje  y terapias alternativas trabajó para el Colegio Mexicano de Masaje y enfermería holística dando clases en los diversos campus en el interior del país y en su matriz ubicada en la ciudad de México; como master reiki ha iniciado a más de 50 personas en la práctica de esta técnica de sanación energética y dirigió la Fundación Hispanoamericana de Reiki durante seis meses en el 2006.
Actualmente, Eutimio Sosa se dedica a la acupuntura, la medicina tradicional y continúa su camino como buscador de la existencia escribiendo sobre los temas que le han causado obsesiones y desvelos durante años: los mayas, las terapias alternativas, la palabra, la memoria y el pasado. Comparte también esta experiencia en sus cursos y talleres.